☎️#13 | Lizzie McGuire presidenta del pop 🌠
Lanzar monedas a las fuentes y meter papeletas en las urnas.
Hay una experiencia que, por cómo es la vida, nunca pude ni podré tener: un viaje de fin de curso 🛫🎒
Si has tenido la suerte de vivir uno, que sepas que te envidio un poco 😅. Quizás la escapada no fue tan especial, al final, las vivencias que se mitifican tanto luego siempre decepcionan un poquito. La vida es mejor cuando al soñamos ☁️ que cuando la vivimos 🪑. Aun así, seguro que aquel viaje tuvo pequeños momentos inolvidables. Yo, en cambio, me quedaré para siempre en el punto del ensueño, preguntándome cómo hubiera sido el mío.
Cualquier serie 📺 de adolescentes que se precie cuenta con un viaje de fin de curso alrededor de la tercera o cuarta temporada, en el que los protagonistas encuentran aquello que les falta. En segundo de bachillerato mi clase se fue a Italia 🏛️. Recuerdo a mis amigas de la época contándome a su vuelta todo lo que habían vivido. Como es lógico, a falta de referentes, en mi cabeza cualquier tontería que narraban la comparaba con el icono audiovisual Lizzie Superstar 🌟
Lizzie Superstar es la película de la serie dosmilera de Disney Channel Lizzie McGuire 👱♀️. En ella, Hilary Duff se va a Roma con sus compis de clase (como se fueron los míos sin mí, malditos) y vive el sueño preadolescente de convertirse en una estrella del pop 🎤, cantando en el Coliseo este temazo que perdurará para la eternidad. Esa es la escena más famosa de la peli, pero no debemos olvidar que todo comienza en la Fontana di Trevi, donde Lizzie lanza un euro (para entonces Italia llevaba apenas un año con la moneda, ojito 👁️) y acto seguido conoce a Paolo.
No voy a destripar más, por si no has visto este clásico juvenil digno de ponerse durante un finde de apartamento costero con sangría 🍷 y amigas.
El caso es que, igual que Lizzie, yo soy muy de pedir deseos ✨. Aunque, a diferencia de Lizzie, todavía no me he convertido en una cantante de pop internacional 💃
No creo en la suerte 🍀, ni en la manifestación 🕯️, ni en las oraciones 📿, ni en nada en realidad. Racionalizo todo tanto que soy incapaz de creer cualquier cosa que se desvíe mínimamente de lo tangible; pero disfruto con los rituales de pedir deseos. Las velas de cumpleaños 🎂, las estrellas fugaces 🌠, las uvas de Fin de Año 🍇. Cada vez que se me cae una pestaña la tomo con la yema del dedo, cierro los ojos y soplo. Cuando veo una fuente ⛲ llena de monedas me gusta preguntarme qué pidieron las personas que las lanzaron. Incluso las festividades extranjeras que tienen su foco en desear me fascinan, aquí te invito a leer mi publicación sobre el Tanabata japonés 🎋
Desear no es otra cosa que darle alas a la esperanza, ¿y qué es la esperanza sino lo opuesto a la ansiedad? La ansiedad oscurece nuestra visión del futuro 🕳️, mientras que la esperanza la ilumina 🔦. Reconocer los deseos que tenemos es una forma de recordarnos que si trabajamos por ellos incrementamos las posibilidades de conseguirlos 🏆. Por eso no creo en la providencia ni el destino, porque para mí nuestras vidas solo están determinadas por dos factores: nuestras acciones y las de otros. Las ajenas no podemos controlarlas, pero las nuestras sí 👀
Puedes sentarte a escribir cada día hasta tener un libro 📚. Puedes comprar de una vez los billetes para ese viaje que llevas más de cinco años queriendo hacer. Puedes empezar a salir a correr 🏃♀️ por mucha pereza que te dé. Puedes votar en las urnas al partido que sería menos malo (o incluso bueno) que gane *guiñoguiñocodocodo*. Puedes dejar ese trabajo que te atormenta. Puedes pedirle matrimonio 💍 a tu pareja en lugar de seguir esperando. Puedes tomar la iniciativa y con ella cambiar, como mínimo, a ti misma.
He detectado que hay dos tipos de deseos: los sueños 🪐 y los caprichos ☄️
Si son fáciles de satisfacer o de superar en caso de no cumplirlos, son caprichos. Por ejemplo, ahora uno de mis mayores deseos es conseguir entradas para el concierto de Taylor Swift 😭, porque estoy OBSESIONADA con esta señora desde hace más de quince años y aunque sé que sería uno de los momentos más inolvidables de mi existencia, también reconozco que es un capricho 🎀, mi futuro no se verá irrevocablemente impactado si no lo consigo. Siempre puedo escucharla en Spotify 🎧 mientras lloro por quedarme sin verla.
Hay gente que confunde todos sus caprichos con sueños 🍭 y me da mucha pena. Es importante diferenciarlos (incluso con caprichos muy significativos para nosotros, como es mi caso con la Tay), porque si no se corre el riesgo de vivir en una eterna insatisfacción. Si cualquier apetencia transitoria 🍬 la convertimos en una necesidad vital 💧 nos estamos sumando motivos para sufrir.
A diferencia de los caprichos, los sueños son una parte de nuestra identidad pues, por lo general, son proyecciones de la persona que queremos llegar a ser 👑. Los sueños bien enfocados se convierten en metas 🏁 y cumplirlos requiere de energía física, mental y emocional, algo que tiende a escasear. Por eso lo cómodo es dejar pasar el tiempo, esperar a que algo externo suceda para que se cumplan o simplemente olvidarse, desistir. Es más fácil negarse a soñar, que reconocer lo que anhelamos. Porque si te acomodas, si te conformas, si estás “bien” 🙂, no habrá ninguna culpa ni frustración al no acercarte a quien deseas ser.
Para mí, una de las mayores injusticias del modelo de sociedad actual ha sido la erradicación de los sueños 💣. La gente, sobre todo joven, ya no sueña; deambula de capricho en capricho. No nos culpo, somos una generación maltratada en la que lo que antes eran sueños normales, como trabajar 💼 de lo que has estudiado o tener hijos 👶, ahora parecen delirios dada la precariedad económica a la que nos ha arrastrado el modelo capitalista 💸. Es más accesible poner tu felicidad en manos de Taylor Swift.
El otro día hablaba con una amiga sobre su sueño: ser fisioterapeuta 🦵, nada estrambótico. Fíjate cómo de mal está el mundo, que le ha hecho creer que es algo inalcanzable ⛰️ y no solo debe conformarse, sino además “agradecer” tener un trabajo mal pagado en el que es miserable. Se me parte el alma que no tengo.
Hemos dejado de soplar pestañas y lanzar monedas 🪙, porque no le vemos sentido. El mero hecho de desear algo más ambicioso que un capricho nos requiere demasiado esfuerzo, implica sacar la cabeza de entre la densa neblina 🌫️ de rutinas, facturas y agotamiento psicológico, a riesgo de desconsolarnos con lo que veamos. Porque mirar hacia tu sueño sin la más mínima esperanza de alcanzarlo puede ser desgarrador 🔪
Hace un par de Llamadas Perdidas te confesé que estaba atravesando una crisis existencial, que era más bien una crisis de esperanza 🔦. No veía un objetivo realista para esforzarme tanto por mi sueño, que para colmo no es pequeño (vivir de mis historias ✍️). Al dejar de tener esperanza en conseguirlo, perdí las fuerzas para continuar trabajando en él. Esto es lo que pasa cuando nuestros sueños nos parecen demasiado grandes, nos aplastan.
Sabía que dolería menos si no lo deseaba tanto y comencé a repetirme preguntas del tipo “¿y si me busco un trabajo normal?, ¿tan malo sería rendirme?” 💭. La falta de esperanza estaba siendo mortal para mi sueño. Sin embargo, al verme llegar a ese punto, el terror ante un futuro en un trabajo 🗄️ donde se marchita mi creatividad 🕸️ me espabiló. No he sacrificado tanto para permitir que el capitalismo me convierta en esa persona. Me niego a convertirme en esa persona.
Así que me distancié de lo malo y me nutrí de lo bueno. Escuché a quienes saben más que yo, me abrí a probar nuevos enfoques 🧩, continué aprendiendo, seguí escribiendo aunque fuesen retos sencillos como esta Llamada Perdida, palié parte de mi inseguridad 🩹 y restauré algunas grietas de mi cuarteada esperanza. Cambié las cosas que podía cambiar y volví a dar un paso, indeciso e inestable, pero un paso. Luego di otro y después otro y otro y aquí me ves, tropezando, con agujetas, teniendo que adaptarme al entumecimiento de mis piernas. Hasta que, cuando me quiera dar cuenta, sé que estaré corriendo de vuelta hacia mi sueño 🚀
Lanza una moneda. Sopla una pestaña. Si Lizzie lo consiguió, tú también puedes ser una estrella del pop.
Con Orgullo 🌈
Me encantó que os encantara el relato de mi anterior Llamada Perdida. Por si quieres leer otro, para el Orgullo escribí este titulado Doña Carmen y más de una me confesó que derramó una lagrimilla 🩹. Tal vez, a pesar de mis eternas dudas, no sea tan descabellado que aspire a vivir de mis historias.
Con miedo 💣
Esta es la última Llamada Perdida antes de las elecciones generales y me da miedo pensar en qué tipo de país enviaré la siguiente.
Sé que casi todo el mundo repite que va a ganar el fascismo, porque es lo que vemos que está pasando en el mundo, pero también creo que hay parte de profecía autocumplida. La esperanza de la que hablaba antes también se aplica en este caso. Repetir la narrativa de que ya hay un vencedor cantado sofoca la poca esperanza que pueda quedarnos a quienes creemos en un país justo, rico y libre. Así que te pido que hagas un ejercicio de distanciamiento y te preguntes si les quieres poner fácil la victoria a aquellos que cuelgan lonas gigantes con mensajes de odio, aquellos que prohíben los besos que les incomoda que existan, aquellos que avivan la violencia sistémica contra las mujeres, aquellos que ignoran las evidencias científicas del cambio climático, aquellos que hasta censuran obras de teatro de la literatura clásica.
“Aquellos” que en España tienen nombre y apellido, por si pensabas que no me atrevería a ser clara: Vox y PP.
La crisis social es una crisis mediática. Los medios de comunicación ya no comunican, han usado el código deontológico del periodista a modo de servilleta para limpiarse los restos de propaganda de la boca. Al no poder vivir sin financiación y ser su principal vía la publicidad, cualquier noticia que perjudique a sus mecenas queda manipulada o descartada. Y mira tú por dónde, quienes tienen dinero de sobra para comprar medios suelen ser los más conservadores.
Un ejemplo de esto es la campaña clasista y racista contra los okupas imaginarios que lleva años en pie para beneficiar a Securitas Direct, quienes están haciendo caja con el miedo de miles de ancianos que se creen todo lo que sueltan en Telecinco.
Otro ejemplo es El Hormiguero, un programa vomitivo que ha hecho aún más rica a mucha gente sin escrúpulos, con una ideología abiertamente reaccionaria que vende como neutral. Y ese es parte del problema, que de tanto hacer campaña en los medios, la percepción ideológica se ha rodado alarmantemente a la derecha. Lo que siempre fue una ultraderecha fascista hoy se hace pasar por la derecha, lo que antes se sabía de derechas ahora se llama de centro, el centro de toda la vida se tilda de izquierdas y lo que era una izquierda moderada la tachan de radical. Es culpa de todos los medios que han permitido que el fascismo sea “una opción más”, una elección “como otra cualquiera”, un pensamiento válido que debemos respetar, a pesar de que la esencia del fascismo sea no respetar nada y se base en odiar, prohibir, romper y robar.
Es antidemocrático que se pueda votar una ideología que atenta contra la propia democracia, contra los Derechos Humanos, la base de una sociedad justa y civilizada.
Hay zombis a los que cuesta rematar. Para cuando te das cuenta han mordido a todo tu grupo y lo que antes era un cadáver ahora es una horda de muertos vivientes que se pasean con el brazo alzado, el aguilucho en el pecho y la bandera de tu país, reclamándolo como suyo. Pero eso no es España, ni ellos son los únicos españoles. De hecho, lo mejor de España es todo lo que quieren arrancar de ella: sus servicios públicos, su sanidad universal, sus entornos naturales, su feminismo, su diversidad, su respeto, su tolerancia, su humanitarismo, su libertad. Todo aquello que nos arrebataron cuando ellos aún gobernaban, hace 48 años.
Así que vuelvo a preguntarte qué harás en las elecciones generales. Porque algo tenemos que hacer, tú y yo, quién si no. En mi caso lo tengo claro y votaré por aquel partido que, a pesar de sus imperfecciones, mejor representa al país en el que prefiero vivir. Si no es con ilusión, por lo menos votemos con rabia. Piensa que, hoy por hoy, tu voto es la única arma eficaz que tienes contra ellos.
Bebe mucha agua 🥛, mantén la esperanza 🔦, vota 🗳️ y comparte esta Llamada Perdida ☎️ con esa persona a la que quizás le venga bien leerla.
Si yo he conseguido entradas para ver a Taylor Swift (SÍ TÍAAAA, *LLORO*), todo es posible. Incluso ganar las elecciones.
Hala, cuídate mucho.
Alessandra 🥀
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