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Hoy es mi cumpleaños y con él cierro mi primera incursión en la treintena. El año pasado celebré el cambio de década cargada de ilusión y propósitos, confiando en que este era “mi momento”. La realidad tenía otros planes.
Este año ha sido mucho más difícil de lo que esperaba. Nada más empezarlo cayó sobre mí una bomba de destrucción masiva.
No era la primera vez que presenciaba un bombardeo, ni el más intenso que he sufrido, pero me pilló desprotegida. El dolor no es una ecuación proporcional al daño. La peor de las noticias puede pasar sobre ti sin muchos destrozos si te pilla en un buen búnker (redes de apoyo, solvencia económica, salud mental…), igual que una noticia regulera puede hacerte añicos si te encuentra expuesta en la más absoluta superficie de tu vulnerabilidad.
Yo creía que los apocalipsis duraban poco, que arrasaban con el horizonte un instante y tras ellos no volvía a salir el sol. Sin embargo, el verdadero apocalipsis es como esos vídeos virales que empiezan con una ficha de dominó y terminan con bolas dando saltos, poleas moviéndose y toboganes en espiral.
Las desgracias suelen traer más desgracias, es una regla no escrita. Y si aún te estás sacando metralla de la primera bomba, cuesta no desangrarse durante las demás. Sobreponerse a cada golpe se va volviendo más y más complicado, hasta que te quedas hecha un amasijo de sanguinolenta confusión en el suelo que solo espera a que cesen los ataques.
Mi primera mitad del año fue un borrón de angustia que me cuesta recordar. En verano cayó la que parecía la última pieza de este dominó de infortunios (aunque aún hoy saltan algunos mecanismos que quedaban por detonar). Decidí que no podía continuar esta batalla sola, sin armas, sin reservas, sin vendajes para mis heridas de guerra. Lancé una bengala en busca de ayuda y me sorprendí al encontrar respuesta. Mi segunda mitad del año ha consistido en aprender a transitar este postapocalipsis en el que ahora habito, es desolador pero ya no estoy sola. Quizás nunca lo estuve.
Cuando la crisis pasa, se alzan los supervivientes. La ausencia de estallidos deja una nube de polvo que se asienta sobre los escombros, revelando un mundo de ruinas.
Así llego a diciembre sintiéndome la líder de un grupo de rebeldes que ante el resto da discursos heroicos, pero en la intimidad habla con marionetas de calcetín. Fuerte y vulnerable, valiente y cobarde, cuerda y trastornada, esperanzada y pesimista.
Nadie te cuenta que tras las bombas, tras las cicatrices, tras el efecto dominó, aún escucharás explosiones en tu cabeza. Falsas señales de alarma que te piden que no bajes la guardia, que estás a una mina de distancia de salir por los aires.
Y esa voz tiene razón: algún día llegará otra desgracia, otra bomba, otro apocalipsis.
Se suele comparar la existencia con una montaña rusa emocional. En mi caso se parece más a una noria, una sucesión de ciclos: periodos de descenso hacia las profundidades a los que sigue una lenta remontada tras la que vuelvo a caer. Vivir es sufrir, en mitad de tanta guerra he hecho las paces con esta verdad. Pero vivir también es besar a otro superviviente en la cúspide de una noria abandonada ante un inflamable atardecer.
Lo bueno de que llegue el fin del mundo es que te da la posibilidad de reconstruirlo.
Habrá momentos en los que te parezca insuficiente o ridículo levantar una tienda de tela donde antes tuviste un rascacielos de hormigón. Pero a veces basta con llenar el fuerte con almohadas, edredones, chucherías, novelas y peluches, para darte cuenta de que no necesitabas ese ático de lujo, solo un refugio en el que dormir en paz y un aliado con quien compartirlo. ✸
✸ Escribo Llamada☎️Perdida para conectar con otras personas, por lo que si te has visto reflejada en mis palabras, me ayudaría muchísimo que compartas este número (🔗aquí) para que mi voz le llegue a otras soñadoras perdidas.✸
📺 Es bastante probable que ya haya hablado de esta serie por aquí, pero como es mi cumpleaños me guardo el derecho a repetirme. Si he usado el apocalipsis como metáfora emocional es por Station Eleven. Nunca me cansaré de recomendar esta obra maestra de una sola temporada y cuando la veas entenderás por qué.
🎬 Me encanta saborear cada estación y por eso siempre defenderé las películas de amor navideñas. Mis favoritas son Family Man y Mientras Dormías.
🎧 He creado esta playlist invernal que te transportará a una cabaña con chimenea en mitad de un bosque nevado.
🛒 Si como a mí, la falta de luz te sienta fatal pero la rutina te impide ponerle un remedio natural, te recomiendo tomar estos meses un suplemento de vitamina D.
✸ Ya se acaba el año. Ya comienza un nuevo día. De superviviente a superviviente: siempre habrá batallas que batallar, por lo que intentemos dejar de sobrevivir y empezar a respirar sin esperar nada más. Sin necesitar nada más.
Hala, cuídate mucho.
Alessandra 🥀